Articulación Temporo Mandibular

La articulación temporomandibular (ATM) forma parte del aparato masticador, que incluye a los dientes y sus estructuras de soporte, huesos maxilares, mandibulares, así como huesos de cabeza y cara, músculos de cabeza y cuello, sistemas vascular, nervioso y linfático de estos tejidos. Juntos todos, constituyen una unidad funcional cuyos elementos se relacionan íntimamente entre sí y con el resto del organismo. La ATM presenta un papel fundamental en la alimentación, la fonación y la expresividad facial de las personas.
La ATM posee características únicas dentro de las articulaciones del cuerpo humano. Los cóndilos mandibulares se articulan en la fosa mandibular del hueso temporal, las áreas articulares de ambos huesos no se corresponden entre sí por lo que se relacionan a través de un disco intraarticular (menisco) que debe moverse al unísono con el hueso mandibular. La ATM es una articulación que permite movimientos conjugados de traslación, rotación y elevación, y descenso.
La articulación se localiza justo delante de la oreja, y es por eso que en muchas ocasiones las molestias articulares se confunden con molestias en el oído.
Los trastornos temporomandibulares (TTM) comprenden una serie de alteraciones intraarticulares, periarticulares y sistémicas, que se suelen manifestar combinadas entre sí.
Los signos y síntomas que se presentan en los TTM son numerosos, incluyen ruidos en la articulación como chasquidos o crujidos, dolor de los músculos masticadores y suprahioideos a la palpación o durante la masticación, limitación de los movimientos mandibulares, alteraciones de apertura y cierre oral, contracción involuntaria de los músculos masticadores, cefalea, dolor periodontal, dolor facial difuso, otalgia y tinnitus (ruidos en los oídos), así como cambios degenerativos como los observados en la artrosis y artritis reumatoide. En nuestro país se estima que hasta un 75% de la población ha tenido algún signo de problemas en esta articulación a lo largo de su vida y un 33% ha notado algún síntoma. Globalmente un 5% de la población sería susceptible de recibir algún tratamiento y sin embargo solo el 1% lo solicita.
Es muy frecuente que los problemas de la Articulación mandibular requieran tratamiento por parte de varios profesionales: el cirujano maxilofacial, odontólogos, fisioterapeutas, psicólogos… Los factores que conducen a sufrir un problema en esta articulación son variados: el estrés, la sobrecarga funcional, malos hábitos en la masticación como morderse las uñas, posturas asimétricas al tocar un instrumento, alteraciones de la forma en la que los dientes encajan entre sí, traumatismos agudos, laxitud articular... Generalmente es posible encontrar varios de ellos implicados en cada caso.
Casi nunca es posible prevenir los problemas articulares, por ser multifactoriales y no bien conocidos los mecanismos por los que se altera la articulación. Sin embargo si es posible frenar la progresión de los síntomas y del daño articular una vez conocida su existencia.
El primer paso será obtener un diagnóstico adecuado mediante la realización de una historia clínica que debe incluir preguntas dirigidas a localizar alguno o varios de los factores de riesgo antes mencionados. En segundo lugar, el cirujano realizará una cuidadosa exploración clínica, para observar cuales son los puntos dolorosos en la articulación, cabeza cara y cuello, la existencia de alteraciones en la apertura y cierre de la boca, la presencia de alteraciones de la forma en que los dientes encajan entre si, patología dental de otra naturaleza entre otros signos.
Es probable que se solicite alguna prueba diagnóstica. La mayor parte de los pacientes requiere tan solo una radiografía panorámica de la boca, aunque en algunos casos puede ser necesario en el diagnóstico o durante el seguimiento, la realización de tomografías, TAC, o Resonancia Magnética Nuclear. En pacientes en los que se pueda sospechar una enfermedad reumática se hará también una analítica de sangre.
Una vez realizadas las pruebas pertinentes y contando con los resultados de la historia y la exploración del paciente, el cirujano decidirá el tipo de tratamiento requerido. Algunos pacientes con signos y síntomas articulares pueden no requerir ninguno, aunque se le harán una serie de recomendaciones que le permitirán hacer un mejor uso de la articulación y proteger esta frente a daños futuros. Entre estos cuidados está evitar alimentos que requieran una masticación prolongada (frutos secos, chicle), evitar aquellos que requieran hacer fuerza con la boca muy abierta (bocadillos, fruta comida a bocados), poner calor o frío local, según el caso, hacer algunos ejercicios de rebilitación, o tomar analgesicos si los precisa.
En algunos casos le será indicada la confección de una férula de descarga relajante, cuyas características debe definir el cirujano, que le permitirá aliviar las molestias y mejorar los hábitos que sobrecargan la articulación y los músculos.
Si estas indicaciones no son suficientes, es posible que su caso requiera tratamientos más complejos como artrocentesis, artroscopia o cirugía abierta de la articulación. Pero la mayor parte de los casos se pueden abordar sin utilizar estas técnicas.
Es importante que como paciente, sea consciente de que en muchos casos los problemas de la ATM son crónicos y siguen un curso ondulante (etapas de mejoría seguidas de otras de empeoramiento de la sintomatología). Por tanto, respetar las indicaciones que para su vida diaria le haga el cirujano y acudir a la consulta ante cualquier empeoramiento son dos cosas que debe tener en cuenta para siempre.
Si tiene usted síntomas que puedan indicar que padece un problema relacionado con la articulación de la mandíbula, debe consultarlo con un especialista en Cirugía Maxilofacial. Sin embargo hay una serie de medidas que le pueden ayudar a encontrarse mejor mientras se estudia y se pauta el tratamiento adecuado a su caso.
Debe hacer una dieta lo más blanda posible, o incluso triturada, mientras tenga dolor.
Evite particularmente aquellos alimentos que le obliguen a hacer fuerza con la boca abierta (bocadillos, fruta a bocados) o a masticar seguido (frutos secos, chicle).
Intente no abrir la boca forzadamente o colocar la mandíbula en posturas que favorezcan los chasquidos o el dolor.
Hay costumbres que pueden empeorar o ser causa de dolores articulares y musculares, como comerse las uñas, apretar los dientes o incluso tocar con frecuencia algunos instrumentos musicales de viento.
Poner calor local en ambos lados de la cara puede mejorar el dolor articular y la contractura muscular. Si hace frío procure abrigarse bien la zona del cuello y parte inferior de la cara.
Si es usted una persona nerviosa, con tendencia a la ansiedad, procure hacer ejercicio a diario. Le ayudará a aliviar la tensión muscular.
Si le faltan piezas dentales, es necesario reponerlas. Masticar de forma asimétrica empeora los problemas articulares y musculares.